16 diciembre, 2024
Hoy las dos asociaciones gremiales más importantes del país cuentan, por primera vez en su historia, con una mujer ocupando su presidencia: Rosario Navarro, en la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa); Susana Jiménez, en la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC).
Por lo mismo, en esta conversación, Jiménez analizó el panorama económico que deberá enfrentar estando a la cabeza de la multigremial, además de referirse a las oportunidades —o amenazas— que abren las elecciones presidenciales de 2025. A lo que también sumó su paso por la Facultad y la huella que la institución dejó en su trayectoria.
Ya asumiste la presidencia de la CPC y estamos a punto de comenzar un año clave para el país: hay una elección presidencial y un enfriamiento de la economía que se podría acentuar en el 2025. ¿Cuál crees que va a ser tu principal desafío considerando este panorama?
Estamos en un periodo especial, marcado por una actividad económica muy débil, con muchas iniciativas que han creado un ambiente de baja inversión. Entonces el cómo podemos generar condiciones para un contexto de mayor crecimiento es uno de los ejes fundamentales de mi periodo. Y veo al año electoral como una oportunidad, porque si bien puede ser una amenaza con proyectos más populistas para el debate político, es también una oportunidad para que el gobierno saliente busque acuerdos y así pueda dejar los extremos refundacionales del comienzo del gobierno. Además de la oportunidad que supone un gobierno entrante que va a desarrollar su agenda programática y cómo desde el mundo gremial y empresarial podemos levantar las propuestas e ideas para dinamizar la actividad económica.
Hoy la presidencia de la Sofofa también la ocupa una mujer: ¿qué ha cambiado en Chile para que la cabeza de las dos asociaciones gremiales más grandes del país tenga a una mujer al frente?
Es un reflejo de una visión moderna sobre los roles de las mujeres en la alta dirección. Todos los años he visto que se amplía la participación femenina en cargos de liderazgos a nivel gremial. Y es importante que esos espacios sean ocupados, indistintamente, por hombres y mujeres en base al mérito. No voy a desconocer que es un hito que yo y Rosario seamos las primeras en ocupar estas dos presidencias, porque también se van abriendo nuevos caminos para otras que ven en el liderazgo de las mujeres un liderazgo competitivo, con mucho que aportar a la sociedad y que estos ya no son espacios reservados, exclusivamente, para los hombres. Esto último no lo critico: creo que es parte de nuestra historia, pero está cambiando.
¿Y crees que son una buena oportunidad las cuotas de género en directorios? ¿Han sido un aporte?
Entiendo que detrás de las cuotas hay una buena intención por empujar esa participación en cargos que en general han ocupado hombres. Pero creo que esos “empujones” tienen que ser no forzados y con el respeto a otros bienes a proteger. Por ejemplo, en el caso de las cuotas se quiere avanzar en la participación femenina, pero no por eso vamos a transgredir derechos a la libre asociación y a definir la gobernanza en las organizaciones. Hoy hay planes de inclusión y liderazgos femeninos impulsados a través de una concientización al interior de las empresas, porque es un aporte real a las organizaciones, pero no creo que forzar esto sea el camino. Veo con mucho más entusiasmo los mecanismos de cuotas voluntarias. Esto en muchas partes del mundo funciona como una sugerencia de un porcentaje y las empresas que no lo cumplen tienen que explicarlo y justificarlo. Esto visibiliza no sólo el tema de cuantas mujeres hay en los directorios, sino que en todas las planas de primera y segunda línea. Soy partidaria de esto.
Susana quería saber si ahora que asumirás un nuevo desafío, hay algo que te resuene de lo aprendido en la Facultad. Pueden ser aprendizajes más técnicos, pero también aspectos más personales.
Lo primero que quiero señalar es que la formación de la Facultad es buenísima y genera un sentido importante de pertenencia que trasciende a los años de la universidad. Uno se encuentra en el mundo laboral con egresados y ahí se vive el sentido de pertenencia. Obviamente hay profesores que marcaron también mi desarrollo en la carrera y que fueron íconos por muchos años, formando en el rigor y la excelencia. Dominique Hachette, fue uno de mis mentores dentro de la Facultad. Ernesto Fontaine también, además del decano Francisco Rosende, puesto que su labor trascendía a la Facultad misma.
Por último, ¿cuál crees que debería ser el rol de la Facultad en los próximos 100 años?
Seguir teniendo un rol importantísimo en la academia, el mundo privado y también en la agenda pública. De eso no tengo dudas que será así, pero es necesario seguir siendo grandes defensores de la libre competencia y cómo esa labor la ejercemos en la formación de los estudiantes y futuros profesionales. Es necesario ponerse como meta el aportar en políticas públicas para ser un país desarrollado en el corto plazo. Esto es algo que debería marcarnos.