10 diciembre, 2024
Guillermo, hace poco terminó el evento de la Teletón de este año: ¿qué desafíos te tocó encarar como presidente del directorio?
Asumí esta responsabilidad con dos tareas claras: velar por el cumplimiento de los dos objetivos bajo los que funciona la Teletón. La primera misión tiene que ver con el corto plazo. Es decir, con una fecha específica, con una meta de recaudación y un evento asociado. Y en el cual, si no logramos reunir los recursos, toda la estructura tiene el riesgo de colapsar. El segundo, y que tiene ver con el largo plazo, está vinculado a cómo darle continuidad al proyecto en un mundo en que la televisión abierta ya no tiene la gravitación y presencia que tenía antes
La Teletón en sí también es una “institución” con más de 4 décadas, ¿han cambiado mucho la aproximación a sus grandes desafíos?
Desde sus inicios, 1978, se ha ido adecuando a las necesidades de Chile, cumpliendo el objetivo. Pero con el paso de los años la Teletón también ha ido logrando quizás lo que no era necesariamente un objetivo en el origen, pero que sí lo es hoy: provocar la magia de la unidad de Chile en torno a una causa común.
¿Y en concreto qué implica esto?
Todos los años el evento de la Teletón une a Chile en torno a una causa común. Y es un llamado sin distinción de posturas ideológicas o religiosas. Y durante 4 décadas ha logrado que la Teletón subsista. La unidad es el mayor activo que tenemos que guardar para el futuro.
Por último, quería volver al punto de los desafíos en los próximos años: ¿cuáles dirías que son?
Diría que uno de los principales es asumir que, pese a su energía, Mario Kreutzberger, siempre nos dice que no sabe si el próximo año podrá volver a subir al escenario. Por otra parte, insisto, en que cuidar la unidad, como primer activo de la Teletón, hoy es lo más esencial. Es cierto que esto se inició con el objetivo de financiar la Sociedad Pro-Ayuda del Niño Lisiado, pero pese a que fue la primera causa en abrazar, hoy la unidad es su principal activo.